Hoy os traemos un proyecto muy particular e interesante. de un pasillo + recibidor. Es de esos proyectos que nos gusta publicar no por la magnitud del trabajo, si no por detalles concretos que nos llaman la atención y nos gusta compartir con nuestros lectores.
En el mundo del diseño de interiores, es fácil dejarse impresionar por proyectos de gran escala con presupuestos generosos. Espacios amplios, materiales de lujo y libertad creativa sin restricciones pueden dar lugar a resultados espectaculares. Sin embargo, la verdadera habilidad de un interiorista no se mide por lo que logra con abundancia, sino por lo que es capaz de crear en condiciones de limitación.
Un buen interiorista se distingue por su capacidad de resolver espacios complejos y trabajar con presupuestos reducidos sin sacrificar funcionalidad ni estética. Estos desafíos obligan al profesional a pensar más allá de lo convencional, a buscar soluciones ingeniosas, y a maximizar cada centímetro y cada euro invertido.
Creatividad aplicada: La falta de recursos impulsa la innovación. Un buen interiorista sabe cómo reutilizar, adaptar y transformar elementos para lograr resultados sorprendentes.
Optimización del espacio: En espacios pequeños o mal distribuidos, el diseño debe ser estratégico. Aquí se pone a prueba la capacidad de crear ambientes funcionales, cómodos y visualmente atractivos.
Gestión eficiente del presupuesto: Saber priorizar, negociar con proveedores y elegir materiales que ofrezcan buena relación calidad-precio es una habilidad clave.
Empatía y escucha activa: En proyectos más ajustados, entender profundamente las necesidades del cliente es esencial para que cada decisión tenga impacto real.
Versatilidad técnica: La experiencia en resolver problemas estructurales, de iluminación o de circulación en espacios difíciles demuestra un dominio técnico que va más allá de lo decorativo.
Cuando comenzamos a trabajar en esta vivienda, uno de los espacios que más atención necesitaba era la zona del pasillo y recibidor.
Este tipo de pasillos tan largos, habituales en viviendas antiguas, son todo un reto y una pesadilla para el interiorismo. La iluminación era muy pobre, la disposición de los cuadros era desordenada y el mobiliario anticuado, desproporcionado y poco funcional.
El objetivo fue claro desde el principio: transformar estas zonas de paso en espacios con intención, acogedores y estéticamente cuidados; todo ello dentro del presupuesto y requerimientos especiales que los clientes tenían para nosotros y que siempre tenemos en cuenta.
Lo primero que hicimos fue retirar todo el mobiliario existente para comenzar desde cero. Se mantuvieron los objetos y elementos decorativos que el cliente quería conservar (un teléfono antiguo, las alfombras y los cuadros). Rediseñamos completamente la iluminación, incorporando una lámpara de techo con múltiples focos para la entrada y un sistema de rail de superficie en el pasillo, ideal para casos como este en los que no se dispone de falso techo. Esto nos permitía dirigir la luz directamente a los cuadros, creando el efecto de una galería de arte, justo lo que pretendíamos evocar.
A nivel decorativo, vestimos las paredes con molduras, cuidando que el verdadero protagonista siguiera siendo cada obra colgada. Unificamos el conjunto pintando techos y paredes en un blanco roto suave, que aporta calidez y amplitud visual. En la zona de la entrada, aplicamos papel pintado para dar ese toque de color y personalidad al conjunto, sin saturar ni sobrecargar el ambiente.
Pensamos también en la funcionalidad del día a día: colocamos un baúl en tonos claros con doble uso (almacenaje de bolsos y calzado + banco para sentarse), percheros individuales personalizados para cada miembro de la familia, y un gran espejo que multiplica la luz (tanto natural como artificial) y la sensación de amplitud. Añadimos también una consola de superficie generosa, perfecta como vaciabolsillos y apoyo decorativo, y con puertas para mantener el orden en zapatos y otros objetos de uso frecuente. Un paragüero en sintonía con el estilo elegido completa el conjunto.
Para la ventana, se sustituye el estor antiguo por uno nuevo, hecho a medida, en tono blanco crudo para integrarse de forma armónica con el resto del espacio.
El resultado es una entrada que no solo da la bienvenida, si no que marco el tono del resto de la casa: ordenada, luminosa, elegante y funcional. Los clientes quedaron encantados… ¡y nosotros también!
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